El viernes 6 de noviembre, más de 50 hombres que al parecer representaban a productores de soja brasileños que reclaman la titularidad de la tierra, llegaron al distrito de Itakyry, en el este de Paraguay, e intentaron desalojar a los indígenas por la fuerza. Las comunidades indígenas resistieron usando arcos y flechas.
Más tarde ese día, un avión sobrevoló las casas de los indígenas, rociándolas con pesticidas generalmente usados sobre cultivos de soja. Más de 200 personas resultaron afectadas e informaron haber sufrido vómitos y desmayos, entre otros síntomas. Al menos 7 personas fueron llevadas al hospital.
Aunque las autoridades locales prometieron enviar ambulancias para asistir a las personas que sufrieron vómitos y desmayos durante la fumigación, pasaron varias horas hasta que los afectados pudieron recibir tratamiento médico.
Imágenes captadas recientemente por satélite demuestran que la deforestación en el norte de Paraguay continúa, a pesar de la existencia de controles gubernamentales, poniendo en riesgo comunidades indígenas aisladas como los Totobiegosode.
En mayo, Amnistía Internacional denunció que la deforestación, las plantaciones de soja y el uso de agro-químicos siguen afectando la vida de las comunidades indígenas.
El derecho de las comunidades a tierras ancestrales es crucial para los pueblos indígenas, ya que es un elemento vital de su sentido de identidad, sustento y modo de vida.
El derecho de las comunidades a tierras ancestrales es crucial para los pueblos indígenas, ya que es un elemento vital de su sentido de identidad, sustento y modo de vida.
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