Además, escaladores de la organización han desplegado en la fachada de la empresa una pancarta gigante con la imagen de un niño mutilado por las bombas de racimo, que simboliza todas las víctimas inocentes que estas bombas causan por todo el mundo. La imagen está construida con miles de pequeñas bombas. En ella se lee el lema: “Expal fabrica bombas de racimo que mutilan”. Por otro lado, otro grupo de activistas ha llenado el vestíbulo del edificio con prótesis y siluetas de personas amputadas por este armamento.La prótesis, que se entregará también en el Ministerio de Defensa y en el de Exteriores, simboliza a todas las personas que han resultado mutiladas, heridas o muertas como consecuencia de una bomba de racimo. Además, Greenpeace hará entrega de un vídeo donde una víctima de Camboya reclama la prohibición de estas armas.
Estos días y hasta el 30 de mayo tiene lugar en Dublín una Conferencia Diplomática de la que debe salir el texto de un Tratado de prohibición de las bombas de racimo. Más de 100 gobiernos participan en las negociaciones. Pero también hay una importante presencia de la sociedad civil, con representantes de más de 200 ONG de todo el mundo. Ciertos gobiernos están planteando iniciativas que debilitarían el resultado del Tratado, por ejemplo proponiendo excepciones para ciertos tipos de bombas de racimo que, supuestamente, no tienen efectos inaceptables sobre las poblaciones civiles. El Gobierno español se sitúa en este grupo y mantiene una postura muy ambigua. Por un lado, defiende que las consideraciones humanitarias deben ser lo primero. Pero, por otro, señala que ciertos tipos de bombas con sistemas de desactivación podrían seguir siendo permitidas. Este tipo de arma coincide con algunas de las que se fabrican en España.
Dos empresas españolas, Expal e Instalaza, fabrican bombas de racimo. Expal fabrica la BME-330 antipista, e Instalaza fabrica la MAT-120, una granada de mortero con submuniciones. El ejército español también tiene un arsenal de este tipo de armamento, con al menos las dos anteriores y las Rockeye, un modelo estadounidense.
“La postura del Gobierno español es inaceptable. No hay bombas de racimo buenas. Matan a los civiles durante los bombardeos y después de que las guerras hayan terminado. Nunca se ha demostrado que existan esas armas seguras, sino todo lo contrario. En todos los conflictos donde se han usado han causado tremendos impactos sobre la población civil”, denuncia Mabel González, responsable de la campaña de Desarme de Greenpeace.
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