El
Centro de Estudios por la Paz Delàs ha elaborado un informe que analiza las
vinculaciones de la banca con la industria armamentística en el Estado español.
BBVA y
Santander, a la cabeza de la inversión en la industria militar.
Según
explicó ayer Jordi Calvo, del Centre Delàs Por la Paz, la forma en la que la
banca interviene en el entramado armamentístico es tan compleja como variada.
Un banco puede poseer acciones en empresas de armamento o simplemente
financiarlas. Si emplea alguna de estas dos vías, se puede seguir la pista de
qué entidad invierte en qué empresa. Pero no es siempre tan fácil.
Hay
fórmulas más sutiles de sumarse al pastel del negocio de la guerra, como ayudar
a colocar emisiones de bonos y pagarés o, incluso, ofrecer a los clientes de
cada banco que pongan dinero en determinados fondos de inversión que incluyen a
empresas de este tipo. Además, existe una vía aún más opaca, que es la
financiación de las transacciones de armamento de un país a otro.
Normalmente,
las compras de armas entre países se hacen en cantidades económicas muy
abultadas. Eso provoca que se tengan que pagar a plazos y ahí es donde
intervienen los bancos, ofreciéndoles cobertura. La dificultad para indagar en
este entramado de transacciones radica en que solo hay un país en el mundo
donde se hagan públicas estas operaciones y quién las financia. Ese país es
Italia y, entre las empresas que financian la compraventa de armas italianas,
figura el BBVA. Cabe apuntar aquí que Roma ha vendido armas por valor de 16.000
millones en la última década.
Debido a
esta complejidad, el centro Delàs explica que el informe no es completo.
Básicamente, afirman que «no están todos los que son, pero que son todos los
que están». Además de las entidades del macabro top diez, el informe apunta a
otras 50 entidades con ramificaciones dentro del entramado de la industria
militar. Según Calvo: «Es suficiente que un banco aparezca en la lista como
para que los clientes se replanteen dónde quieren dejar sus ahorros».
Contrariamente
a lo que se vende en las películas, el grueso de la industria armamentística se
mueve dentro del mercado legal. Las principales empresas de armamento, como
Boeing o la Lockheed Martin, no arman guerrillas, sino que equipan ejércitos. Y
el mercado está en auge. El Centro Delàs ha investigado la producción de armas en
el Estado español desde hace diez años y el gasto en armamento ha pasado de mil
millones a 4.000.
La empresa
CAF se encuentra en Gipuzkoa y sus orígenes se remontan a 1860. Su negocio
principal se encuentra en la fabricación de trenes y de vagones. Sin embargo,
un 5% de su producción tiene una finalidad militar, según el Centro Delàs. En
concreto, se dedicaría a realizar blindajes para carros de combate. La postura
de Calvo a este respecto es tajante: «Si es sólo un 5% cuesta menos
erradicarlo. Mientras tenga ese tumor, consideraremos a CAF dentro de las
empresas que tienen armamento y los bancos que la financian seguirán en la
lista». La Kutxa tiene el 27,52% de las acciones de CAF, la BBK, el 5,81% y la
Vital posee el 1,65%. La valorización según ventas de estas acciones es de 9,39
millones de euros, lo que les coloca en novena posición del ranking.
En total,
Banca Cívica tiene invertidos 34.257.540 euros en empresas armamentísticas. A
través de Cajasol (y su filial Carisa) participa también de CAF, pero esta es
casi la menor de sus inversiones (valorada en 978.269 euros). Cajasol en
solitario participa también en Alestis que se dedica a la fabricación de
componentes en fibra de carbono para el avión militar A400M.
El grueso
de la implicación militar de Banca Cívica se produce a través de Tecnobit donde
Caja Navarra controla un tercio de las acciones (y Caja Burgos otro 6%). La
producción militar de Tecnobit no es residual, como en CAF, sino que el 85% de
su trabajo está destinada al armamento. La empresa se dedica a plataformas y
sistemas de armamento y protección, así como a desarrollar sistemas de combate
y comunicaciones tácticas. En concreto, Tecnobit es la empresa encargada de
colocar las lanzaderas de la pequeñas alas de los helicópteros Tiger europeos.
Esas lanzaderas están hechas a medida para instalar misiles de fabricación
israelí en el nuevo helicóptero (de la misma forma que el Apache americano
porta misiles Hellfire). Asimismo, fabrica zepelines de vigilancia en un
proyecto conjunto con Aerostar. La parte de Tecnobit que pertenece a Banca
Cívica supera los 20 millones de euros en valor de mercado.
La segunda
inversión, por importancia, es la de Amper a través de Cajasol y Caja Burgos.
Esta empresa desarrolla equipos electrónicos y sistemas de comunicación para
Defensa. En concreto, su especialidad son las radiocomunicaciones militares,
además de sistemas de protección de infraestructuras y control de fronteras.
Las acciones de Banca Cívica en Amper están valoradas en más de cuatro millones
de euros.
Por otro
lado, Aciturri se dedica al diseño de motores y partes de los programas
Eurofighter o el EFA 2000D. En cuanto a Aernnova, sólo el 10% de su producción
es militar. Aun así, surte de materiales necesarios para la fabricación de las
alas y las hélices del avión A400M.
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